El 26 de julio se cumplieron 70 años del armisticio de la guerra de Corea que consagró la división del país tras tres años de conflicto. En los medios occidentales este aniversario no ha despertado demasiado interés.
La mayoría de los analistas de la guerra de Ucrania, y en general todos los que estudian la situación actual de Rusia, están obligados a hacer uso de un notable conocimiento de la historia. Esto puede hacer que se sientan tentados de hacer predicciones por medio de ella, pero los paralelismos nunca han servido para hacer futurología. La historia suele caracterizarse por lo inesperado.
Se cumplen 25 años de los Acuerdos del Viernes Santo (10 de abril de 1998) que pusieron fin a esa guerra civil no declarada que fue el conflicto de Irlanda del norte, particularmente intenso en las décadas de 1970 y 1980. Al aniversario se le ha querido dar cierta significación con la visita del presidente Joe Biden a Irlanda, en paralelo a la llegada a la isla del matrimonio Clinton, que jugó un destacado papel en dicho acuerdo.
Una noticia sorprendente e inesperada, pero juzgada no lo suficientemente importante para encabezar los titulares de muchos medios de comunicación: Irán y Arabia Saudí han restablecido sus relaciones diplomáticas, interrumpidas desde 2016, por mediación de China.
Al cumplirse el primer aniversario de la guerra de Ucrania, el filósofo Jürgen Habermas publicó en el Süddeustche Zeitung que ha llegado el momento, y es urgente, de que rusos y ucranianos entablen negociaciones de paz. Se expresaba en estos términos: “Se trata de negociar en el buen momento, a fin de impedir que la guerra se prolongue y cueste aún más vidas humanas y destrucciones”.