Han transcurrido más de dos años desde el inicio de la guerra de Ucrania, y la impresión generalizada es que los rusos no tienen ninguna prisa en que finalice y ni siquiera por firmar un armisticio provisional. Por encima de las estaciones del año, parece estar el “general tiempo”, con el que Putin piensa que puede obtener su victoria definitiva. Superiores efectivos militares, cuantiosos recursos económicos y la aprobación de una mayoría de la población rusa, convencida de que está ante una guerra exigida por la historia o ante una “cruzada nacional-religiosa”, son las bazas de Moscú.
Imagen de archivo del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, en París, 16/2/2024 / Europa Press
Las declaraciones del presidente Macron sobre la
posibilidad de enviar tropas francesas a Ucrania habrían sido impensables hace
un par de años. Ni siquiera se habría planteado en 2014, año de la anexión de
Crimea por los rusos, entre otras cosas, porque en aquel entonces Europa no
reaccionó a esa demostración de guerra híbrida, que Moscú abandonó, aunque
nunca del todo, con la invasión de Ucrania en febrero de 2022.
La mayoría de los analistas de la guerra de Ucrania, y en general todos los que estudian la situación actual de Rusia, están obligados a hacer uso de un notable conocimiento de la historia. Esto puede hacer que se sientan tentados de hacer predicciones por medio de ella, pero los paralelismos nunca han servido para hacer futurología. La historia suele caracterizarse por lo inesperado.
Al cumplirse el primer aniversario de la guerra de Ucrania, el filósofo Jürgen Habermas publicó en el Süddeustche Zeitung que ha llegado el momento, y es urgente, de que rusos y ucranianos entablen negociaciones de paz. Se expresaba en estos términos: “Se trata de negociar en el buen momento, a fin de impedir que la guerra se prolongue y cueste aún más vidas humanas y destrucciones”.
Trasn un bombardeo ruso en Borodyanka (Ucrania), el pasado abril (CC manhhai)
Michel Eltchaninoff, un filósofo francés de origen ruso, publicó hace años un recomendable libro, En la cabeza de Vladímir Putin, que no ha sido superado, pese a la profusión de obras sobre el presidente ruso.