Benedicto XVI y la Europa de la razón abstracta

Benedicto XVI
CC M.Mazur (www.thepapalvisit.org.uk)

Hablar de Europa y remontarse al legado de Jerusalén, Atenas y Roma es un recurso habitual. También se suele hablar de las raíces de la cultura europea que parten del judaísmo, el mundo grecorromano y el cristianismo. Pero muchas de estas referencias se quedan en una visión historicista, que no es capaz de profundizar en lo que le sucede realmente a Europa.

En cambio, Benedicto XVI percibía la existencia de dos almas de Europa. Lo expresaba en una entrevista con el jesuita Germano Marani, director del documental Campanas de Europa, en 2012, y en esas palabras se ponen en evidencia las consecuencias de la drástica separación entre fe y razón, a la que hemos asistido en los últimos siglos.

Los politólogos se suelen preguntar por el limitado papel de Europa en el mundo, reducida a un papel secundario en un momento histórico en el que se acentúa día a día la rivalidad entre Estados Unidos y China. Constantemente se habla de que Europa no puede quedar reducida a la irrelevancia, aunque solo se ofrecen soluciones voluntaristas, no pocas veces desmentidas por la falta de voluntad política de los estados de la UE. Todo líder debe aportar unos valores y hacerlos atractivos, pero ¿cuáles son los valores de la Europa actual? Parecen ser los de una de las almas de Europa, en la percepción del papa Ratzinger: es un alma basada en la razón abstracta, que “intenta dominar todo porque se siente por encima de todas las culturas”. Es un alma antihistórica que “busca emanciparse de todas las tradiciones y valores culturales en favor de una racionalidad abstracta”. Benedicto XVI da en la clave de lo que le pasa a Europa: se está construyendo al margen de la historia, y podríamos añadir que contra la historia. Esto explica que se avergüence de su pasado, se culpabilice a sí misma y reduzca su cultura a una superficialidad que no quiere ser incomodada cuando se le pregunte sobre sus raíces. El triunfo de una razón antihistórica no puede ser achacado exclusivamente a la clase política, sino que también forma parte de cierta mentalidad social. La consecuencia es una razón que es acrítica y no admite ningún tipo de discrepancia, pues se siente muy segura de sí misma. Ni que decir tiene que esa razón abstracta es terreno abonado para los nacionalismos y populismos que cuestionan la integración europea.

Benedicto XVI se fija, sin embargo, en otra alma de Europa, la cristiana que está abierta a todo lo que es razonable. Las habituales reacciones de algunos ante esta propuesta son acusaciones de nostalgia del Medioevo, de restauracionismo… Son argumentos de una razón abstracta que no quiere ser razonable con quien discrepe de ella. La razón abstracta no es, por tanto, una razón crítica. En cambio, el papa Ratzinger, defiende una razón crítica, la del alma cristiana europea, fundamentada en las raíces que dieron lugar a Europa.

Al pensar en Europa muchos la reducen a la geografía, la economía y la política. Por el contrario, Benedicto XVI subrayaba también su identidad histórica, cultural y moral. Pero esta afirmación se da de bruces con la mentalidad del presentismo, que no deja de ser un adanismo que no valora el pasado y lo distorsiona hasta caricaturizarlo. En consecuencia, la Europa de la razón abstracta no puede ser atractiva para otros pueblos, orgullosos de sus orígenes y de su herencia cultural. Además, la razón abstracta conlleva el triunfo del individualismo, una mentalidad ajena a otras culturas extraeuropeas. En la citada entrevista con el jesuita Marani, Benedicto XVI extraía otra consecuencia: “Una razón que se ha emancipado de todas las culturas no puede entrar en un diálogo intercultural”. Esta cita me ha hecho reflexionar sobre la cantidad de tiempo que Europa ha dedicado al diálogo con sus vecinos del sur por medio de foros mediterráneos, de diálogos de civilizaciones… Me pregunto por los valores que Europa pretendía representar. ¿Eran los de la razón abstracta? Porque resulta poco creíble que fuera un diálogo entre el islam, la Cristiandad e Israel, pese a las presentaciones y discursos rimbombantes. Hay que pensar, en consecuencia, que Benedicto XVI estaba en lo cierto al asegurar que solo “una razón fundamentada en una identidad histórica y moral está en condiciones de hablar con los otros, y buscar una interculturalidad en la que todos puedan entrar”.

Europa no avanza, no progresa, tampoco en su proyección exterior, porque se está construyendo sobre la razón abstracta. Prescindir de la propia identidad es prescindir de las raíces. Sin raíces, los árboles se secan.


One Response to “Benedicto XVI y la Europa de la razón abstracta”

  • Emanuele Chimisso Says:

    Magnifico artículo, como siempre.
    Sobre la razón abstracta cabe decir que cuanto más abstracta, menos razón.