La Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada anualmente en febrero, no ha servido para tranquilizar a los aliados europeos a un mes de la toma de posesión del presidente Trump. No ha acudido, desde luego, el mandatario estadounidense, pues prefiere cultivar el favor del electorado de la América que le respalda con una agenda más volcada en los asuntos internos, sociales o económicos. La política exterior la deja para sus subordinados, cuya misión se ha reducido a intentar tranquilizar o matizar las opiniones controvertidas de Trump, aunque poco se puede explicar de sus silencios, que son el terreno favorito para las ambigüedades de una presidencia cuyo rasgo principal es la capacidad de resistencia del inquilino de la Casa Blanca ante las tormentas mediáticas, sociales o políticas. Continue reading
La política debería ser previsible y aburrida. Sería un indicador para señalar que las cosas van bien, o no del todo mal, en un país. Sin embargo, si la política se convierte en un continuo espectáculo, en el que importa menos la gestión del día a día que los titulares llamativos, no tanto de la página principal de los medios como de una cuenta de Twitter, podemos decir que el país tiene un problema. Es lo que está pasando con Donald Trump. Algunos analistas suponían que dejaría de lado sus impulsos y trabajaría con un equipo de gobierno capaz de restañar las heridas de las primarias en el Partido Republicano. Continue reading
Vladímir Putin y Rex Tillerson, presidente de ExxonMobil y futuro secretario de Estado de EE.UU., tras la firma de un acuerdo entre Rosneft y la multinacional norteamericana (Moscú, 2012)
El historiador británico Niall Ferguson, biógrafo oficial de Henry Kissinger, ha hecho una interesante reflexión de cómo habría de ser la política exterior de Donald Trump. Continue reading
Navegar por la agenda exterior de Donald Trump, dos meses antes de la toma de posesión de su presidencia, es una labor compleja. El analista no puede limitarse a recordar las propuestas que ha hecho a lo largo de su campaña electoral y que han sembrado la alarma entre algunos aliados de Washington. Alguien dijo alguna vez que las promesas electorales se hacen para no cumplirlas, pero no deja de ser una afirmación superficial pues un candidato quiere llevar a la práctica su programa, aunque solo sea en parte si las circunstancias no acompañan. Lo que lleva a cuestionar un programa político es que pueda darse de bruces con la realidad, y aun así hay líderes políticos que lo sacrifican todo o a su ideología, o a sus apetencias personales. Continue reading