Cumbre de la OTAN: un aplazamiento hasta 2021

Cumbre de la OTAN en Londres, 4-12-2019 (Foto: OTAN)

Uno de los párrafos de la Declaración de Londres que ha cerrado la cumbre de la OTAN del 3 y 4 de diciembre de 2019 cita a los jefes de Estado y de Gobierno para 2021. Sin embargo, desde 2016 las cumbres estaban celebrándose de manera anual. No se dan explicaciones acerca de esta decisión, acaso porque no era lo habitual tener estas reuniones de forma tan seguida.

Es probable que la periodicidad anual respondiera a un mayor deseo de visibilidad de la organización que, desde los inicios de la posguerra fría, ha visto cuestionados sus fines. Pese a todo, en las últimas tres décadas la Alianza ha sabido reinventarse a sí misma por medio de misiones posconflicto o de la dinámica de un proceso de ampliación, aunque estas funciones se están debilitando, pues ni surgen nuevas misiones ni hay demasiados candidatos llamando a la puerta de la OTAN.

Con todo, si la Alianza se debilitara, también lo haría el vínculo trasatlántico entre EE.UU. y sus aliados europeos. No sería conveniente para los norteamericanos, aunque a su presidente solo parezca preocuparle reducir la factura de la contribución a la organización, ni para los europeos. Pese a sus diferencias, que siempre han existido incluso en la guerra fría, el resultado sería una soledad estratégica de EE.UU. y Europa frente a la reafirmación de Rusia y China como grandes potencias.

Sin embargo, Rusia nunca será nada en Europa, y seguramente tampoco pretende serlo. No busca aliados sino socios comerciales en el mejor de los casos y, por supuesto, quiere recuperar sus esferas de influencia, el escudo protector territorial que le preserve de amenazas por el oeste. Es una obsesión histórica rusa que está lejos de desaparecer. En consecuencia, Rusia se siente inclinada a un entendimiento en muchos ámbitos con China, que nunca será una alianza formal. En el fondo son socios sin compromisos duraderos y permanentes, pese a la constelación de acuerdos que hayan firmado entre sí. Rusia habla constantemente de Eurasia, pero sabe muy bien que su papel en esa masa continental será siempre de segunda categoría.

¿De qué sirve en este panorama geopolítico la desunión de EE.UU. y Europa? Solo beneficia a Rusia y China, atentos siempre a dividir a los aliados occidentales por medio de su preferencia por las relaciones bilaterales.

Al aplazar la próxima cumbre a 2021, la OTAN pretende darse una tregua. Una gran mayoría de los aliados desearían, aunque no lo expresen, que Donald Trump no esté para entonces en la Casa Blanca. Otra cumbre en 2020, en plena campaña presidencial estadounidense, sería un espectáculo más al servicio de Trump, que ya tendrá bastante con la próxima cumbre del G7, no muy distinta de otras puestas en escena, muy poco diplomáticas por cierto, de reuniones anteriores.

También en 2021 habrá otro líder en Alemania, un país que no está resultando muy creíble en la escena internacional desde que Angela Merkel anunciara en 2018 que no se presentaría a las elecciones de tres años después. En Gran Bretaña seguirá habiendo muchas incertidumbres, por mucho que Boris Johnson continuara ocupando el número 10 de Downing Street. Una buena gestión del Brexit para los intereses británicos nunca queda asegurada por ninguna victoria electoral, menos aún si los rivales políticos son mediocres. Respecto a Emmanuel Macron, a la búsqueda de un protagonismo europeo y mundial, estará muy cerca de las elecciones de mayo de 2022, que se caracterizarán, como cinco años antes, como una batalla encarnizada entre europeísmo y populismo.

Es mejor, por tanto, que la cumbre quede aplazada para 2021. Supone la esperanza de que haya nuevos líderes o que los existentes sean capaces de construir puentes de entendimiento entre los aliados para que sea cierto aquello de que es la Alianza más exitosa de la historia, algo que suele repetir Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN. Cambiarán los líderes de los países miembros más destacados, y a lo mejor el propio Stoltenberg, pero la escena internacional continuará siendo tan inestable como impredecible.


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