Salvar el resto de Ucrania

La anexión de Crimea por Rusia no tiene vuelta atrás, por mucho que EEUU y Europa repliquen a la actitud de Moscú con las llamadas “sanciones inteligentes”, que abarcan al círculo de principales partidarios y hombres de confianza del presidente ruso. El eufemismo que define estas sanciones es incapaz de ocultar dos cosas: que se eluden sanciones económicas de carácter general, centradas en el ámbito de la energía, y que no se incluye al propio Putin como destinatario de las sanciones. Las sanciones responden a la necesidad del “tenemos que hacer algo”, aunque no sepamos bien cuál es la finalidad inmediata. No es creíble que el objetivo perseguido sea la restitución de Crimea a Ucrania. Lo que toca preguntarse ahora a los países occidentales, si es que ya no es demasiado tarde, es: ¿Se puede salvar el resto de Ucrania?

Hay que prestar atención a las reuniones previstas de los líderes de Occidente, pero tampoco conviene olvidar alguno de los pasajes del discurso de Putin ante el parlamento ruso. Es verdad que el presidente dijo entonces al pueblo ucraniano que no debería prestar atención a los que gritan que otras regiones de Ucrania seguirán a Crimea, y que la intención de Rusia no es dividir a Ucrania. Sin embargo, minutos después, Putin, tras recordar que millones de rusos y rusófonos viven en el este y sur de Ucrania, recalcó: “Rusia siempre defenderá sus intereses por medios políticos, diplomáticos y legales”. No citó, evidentemente, los medios militares, sobre todo porque una de las tesis de Putin es que Crimea no ha sido incorporada por la fuerza militar. Ha sido un referéndum, considerado legal por el presidente conforme al derecho internacional, lo que ha puesto a la península bajo la soberanía rusa. Para Putin  la presencia militar de su país, prevista por acuerdos previos entre Kiev y Moscú, ha sido totalmente secundaria. Lo que cuenta es que una mayoría de la población desea gozar de la “protección” de Rusia ante los supuestos caos y falta de legitimidad de las nuevas autoridades ucranianas. Lo válido para Crimea puede ser, sin duda, aplicable para el sur y el este de Ucrania.

De ahí que haya que tener muy en cuenta estas palabras de Putin dirigidas al gobierno ucraniano: “Estaría en el propio interés de Ucrania asegurar que los derechos intereses de esas gentes están completamente protegidos. Esta es la garantía de la estabilidad e integridad territorial del Estado de Ucrania”. Es una advertencia para que las autoridades ucranianas pongan orden en su propia casa, y se podría deducir cuáles serían las consecuencias si no lo hacen. Pero también podríamos invertir la pregunta: ¿les dejarán poner orden los manifestantes pro-rusos del resto de Ucrania? Algunos analistas políticos occidentales recomiendan, con urgencia, al gobierno de Kiev que se apresure a impulsar una política conciliadora hacia las mayorías rusas y rusófonas antes de las elecciones presidenciales del 25 de mayo. Aunque así lo hagan, ¿tendrán tiempo suficiente cuando los acontecimientos se están desarrollando de modo vertiginoso?

La previsible reacción de Occidente en las próximas semanas será la de incrementar las sanciones contra Rusia en un intento, casi desesperado, de no perder la credibilidad. A Putin no le preocupa demasiado porque es un método infalible para alimentar más aún la caldera del nacionalismo ruso. En realidad, Occidente debería aceptar implícitamente la pérdida de Crimea para no perder el resto de Ucrania. Pero los EEUU de Obama y la Europa posmoderna no quieren escuchar el discurso patriótico de Putin, de gran calado entre la población rusa.  Es un discurso lleno de alusiones a la guerra de Crimea (1854-1856), a la resistencia heroica de los rusos en Balaklava, Malakoff y Sebastopol, o a la defensa de la colina de Sapun por los soviéticos frente a la Alemania nazi.

El día en que Putin mencione públicamente la batalla de Poltava (1709), en el este de Ucrania, donde la Rusia de Pedro el Grande derrotó a la Suecia de Carlos XII, aliada con el ucraniano Iván Mazeppa, habrá que preocuparse todavía más de lo que pueda suceder en Ucrania.


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