La presentación de la doctrina Obama

El discurso sobre el Estado de la Unión de 2013 ha contribuido a clarificar, si es que no lo estaba suficientemente, la doctrina Obama en política exterior. Ha sido la consagración de lo que algunos analistas han llamado the leading from behind, un término que no gusta al presidente que prefiere hablar siempre de smart diplomacy  o de smart government, según se trate de política exterior o interior. Lo que está claro es que los problemas domésticos absorben a Obama casi por completo,  y a todos ellos suele darles una percepción de ampliación de derechos y libertades, las nuevas metas que “nosotros, el pueblo”, un término de la declaración de independencia que el presidente empleó a lo largo del discurso de inauguración del mandato, aspira a realizar.

Como bien ha resaltado el politólogo Mark Leonard, Obama supo combinar en su discurso sus habilidades retóricas con la exhibición de datos estadísticos ilustradores de sus argumentos. El presidente no busca tanto utilizar la persuasión para convencer a sus oyentes sino más bien hacerles caer en la cuenta de que él es “uno de los suyos”. El objetivo es movilizar a los pasados y a los futuros votantes. Tiene razón Leonard cuando asegura que sus discursos son una mezcla de campaña electoral y de acción de gobierno, sobre todo porque el inquilino de la Casa Blanca tiene en mente las elecciones legislativas de noviembre de 2014, en las que sería decisiva para la culminación de los proyectos de su presidencia el poder arrebatar a los republicanos el control de la Cámara de Representantes.

El punto de partida para abordar la política nacional y la exterior es eminentemente pragmático: ¿qué le preocupa al americano medio? La crisis económica, el presupuesto federal y el empleo. Obama sabe además que hay republicanos como el senador Ron Paul,  por no nombrar a los representantes de un Tea Party en declive, que están predicando un “neoaislacionismo”. El pragmatismo aplicado a la política exterior lleva al presidente a defender las futuras negociaciones con la UE para un tratado de libre comercio, que creará miles de empleos americanos gracias a la mayor área comercial de la Historia. Otro tipo de política exterior  no es aceptable: “nuestra guerra en Afganistán ha terminado”, aunque el conflicto en ese país asiático  no terminará y como ha sucedido en otras épocas, los países vecinos no querrán perder sus parcelas de influencias en Afganistán.  Por primera vez en años, Irak no fue mencionado en el discurso presidencial, pues Washington parece haberse resignado al statu quo de un panorama político dominado por los chiíes del primer ministro Nuri Al Maliki, aunque detrás de él pueda encontrarse la sombra de Irán. Tampoco se impresionó demasiado Obama por la reciente negativa del ayatolá Jamenei a entablar negociaciones bilaterales con EEUU, e insistió en que la solución más adecuada sigue siendo la diplomática.

Vigilancia del terreno y asistencia a los aliados. Nada de soldados americanos en el extranjero, ni en misión internacional autorizada ni en ocupación unilateral como en Irak. Nada de guerras en nombre de la democracia ni  de proyectos de nation-building  en lejanos territorios, Leading from behind en Malí, Libia, Somalia, Uganda o Yemen. Nada de implicarse en conflictos armados en un espacio geopolítico que abarca desde la costa atlántica africana hasta las estepas de Asia Central.  Como Siria se encuentra en el citado espacio, no cabe esperar un cambio de estrategia respecto a un conflicto, ¿o deberíamos llamarlo masacre?, que dura casi dos años, y en el que se perfila, en la medida que sea posible, un entendimiento entre Washington y Moscú para alejar la amenaza de un régimen islamista radical en Damasco.  Atrás queda la defensa de la intervención humanitaria en Libia en 2011, la “responsabilidad de proteger” en la jerga de las Naciones Unidas, y que, según algunos analistas como Richard Miniter, debió mucho más a tres mujeres del Departamento de Estado, Hilary Clinton, Susan Rice y Samantha Power, que al propio Obama. Ninguna de ellas está ahora en sus puestos.

En la doctrina Obama están jugando un papel destacado los drones, sucedáneo de las tropas sobre el terreno, y las misiones de inteligencia. Pragmatismo calculado, pero con un punto débil: que las crisis inesperadas  y de grave alcance en el escenario internacional obliguen a la Administración estadounidense a implicarse de modo más directo, pese a la preferencia por las cuestiones económicas y fiscales. ¿El leading from behind será definitivo o provisional?


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